miércoles, 15 de octubre de 2008

DIALOGO

Por: Angélica Velasco
Me he dado cuenta que Carolina, mi prima, siempre que voy de visita a Cali, le gusta hablar conmigo, pedirme consejos o preguntarme si lo que está haciendo está bien. Eso es algo de lo que me siento bien, saber que alguien confía en mí es muy grato, y por eso me esfuerzo por ayudarle en lo que pueda. En las pasadas vacaciones, nos encontramos y ella me preguntó sobre una situación en especial, referente a su futuro y lo que concierne a su estudio.

Su mamá, Ana María, buscando un mejor futuro, desde su pensamiento de madre, le había preguntado que le parecía venir a estudiar a Pasto y terminar en esta ciudad su bachillerato. Ella me decía que no sabía qué hacer al respecto. “La verdad irme del colegio no me afectaría mucho, hace poco me cambié de colegio y aún no me adapto a este nuevo ambiente”, me dijo.

Lo que realmente le daría pena es dejar a su papá, a su hermano pues hacen parte de su presente, de su cotidianidad y son las personas que la apoyan en Cali; por otro lado, le costaría dejar a sus amigos, porque ya son parte de su vida, con ellos comparte mucho, se ríe, molesta, en fin, por la forma en que me contó todo esto se nota que les tiene un gran cariño y aprecio.

Por otra parte, está su mamá. Ella vive en Pasto y es por esto que le pide a Carolina que venga a estudiar en esta ciudad, para hacerse mutua compañía, para ver crecer a su hija, para cuando se necesiten, las dos sepan que pueden confiar la una en la otra y tener una relación de amigas. Carolina quiere mucho a su mamá, y por ella tomaría esta decisión que, pueda que la atormente al no saber qué sería mejor para ella, si seguir con su vida en Cali como la ha tenido hasta ahora ó si llegar a Pasto, a una ciudad “nueva” para ella, a compartir nuevas experiencias al lado de su madre.

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