jueves, 30 de octubre de 2008

Los fuertes lazos de un amor.

Hay personas que por más que intentemos omitirlas eternamente estarán con nosotros compartiendo su sabiduría y enseñándonos de sus experiencias, personas de quienes he aprendido mucho y a quienes nunca le he dicho cuan importante han sido en mi vida. Estas personas son las más valiosas, de quien debemos aprender mucho, a quienes debemos respetar, cuidar y valorar, estas personas son mis abuelos.

Ellos son Augusto Delgado y Emilia Pazos, padres de cinco hijos y abuelos de nueve nietos. Ellos se casaron 25 de otubre de 1953 en Pasto (Nariño). despues de estar seis meses como novios decidieron realizar su boda en el templo de San Juan.

Esta historia de amor es como la de muchos, el cual ha sido prohibido por los padres. A pesar de todos los obstáculos, de tener a sus familias en contra, de no ser aceptada por ninguno de quienes los rodeaba, siguieron adelante con la lucha de su libertad de amar y ser felices.

Augusto ya murió, pero Emilia sigue constante con el cuidado de su familia, criando nietos y contando sus historias de juventud, sus locuras y lo que vivió antes de estar al lado de mi abuelito Augusto.
Cuando decidi interrigar de su vida con mi abuelo, a mi abuelita se le aguaron los ojos recordando todo lo que vivió con él hasta hace dos años cuando,. como dice ella, el Señor se lo llevó a mejor vida. el diálogo que sostuve con ella no fue muy extenso pues se le notabva cansancio en su cara y preferí dejarla reposar para volver a hablar con mi abuela cuando esté mejor.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Mi Despertar

Por: Angélica Velasco

Caminaba atareada en la inmensidad de esta ciudad. Perdida, pensando en cómo había dejado escapar a mi hermosa alegría. No sé en qué momento la perdí. Tal vez se aburrió de mí, porque no le ponía atención, concentrada más en la responsabilidad e intolerancia, y el final siempre me hace pensar en el principio, cuando era niña, ¡eras mi mejor amiga! Jugábamos juntas, nos divertíamos, nos hacíamos compañía, disfrutábamos del viento, del sol, del pasto, de las nubes con sus formas. ¿Recuerdas cuando decíamos que eran algodones de azúcar y que cuando ya estuviéramos en el cielo, le pediríamos permiso a Dios para que nos regale un trozo?, o cuando volábamos hasta el cielo para contar las estrellas, hasta quedar profundamente dormidas en una de ellas, de cómo pensábamos que del armario saldría ese monstruo que nos separaría para siempre, que debajo de la cama era el portal a nuestro mundo de fantasía en el que habitaba nuestro mundo perfecto, lleno de colores, de emociones, y nuestro perrito gufi que nos acompañaba en todas nuestras aventuras ¡¡¡Ah!!!!!!!!!! eras mi mejor amiga… gracias a ti no me preocupaba por nada y así estuviera sola me sentía segura.

¿Y ahora? ¿Cómo continuare sin ti? ¡Ay! Pero como te explico, alegría mía, de cómo me siento en este momento por haberte perdido, mi corazón y mi alma están renunciando a seguir si no estás aquí. Te pido disculpas por dejar de soñar, por dejar de vivir mis ilusiones, y por dejarme ganar por las preocupaciones… pero por favor… ¡vuelve mi hermosa alegría! ¡Regresa!, Te seguiré esperando en la inmensidad de esta ciudad sombría, donde a veces quiero escapar de mis miedos y volver a nuestro mundo de fantasía y no te encuentro para logarlo.

DIALOGO

Por: Angélica Velasco
Me he dado cuenta que Carolina, mi prima, siempre que voy de visita a Cali, le gusta hablar conmigo, pedirme consejos o preguntarme si lo que está haciendo está bien. Eso es algo de lo que me siento bien, saber que alguien confía en mí es muy grato, y por eso me esfuerzo por ayudarle en lo que pueda. En las pasadas vacaciones, nos encontramos y ella me preguntó sobre una situación en especial, referente a su futuro y lo que concierne a su estudio.

Su mamá, Ana María, buscando un mejor futuro, desde su pensamiento de madre, le había preguntado que le parecía venir a estudiar a Pasto y terminar en esta ciudad su bachillerato. Ella me decía que no sabía qué hacer al respecto. “La verdad irme del colegio no me afectaría mucho, hace poco me cambié de colegio y aún no me adapto a este nuevo ambiente”, me dijo.

Lo que realmente le daría pena es dejar a su papá, a su hermano pues hacen parte de su presente, de su cotidianidad y son las personas que la apoyan en Cali; por otro lado, le costaría dejar a sus amigos, porque ya son parte de su vida, con ellos comparte mucho, se ríe, molesta, en fin, por la forma en que me contó todo esto se nota que les tiene un gran cariño y aprecio.

Por otra parte, está su mamá. Ella vive en Pasto y es por esto que le pide a Carolina que venga a estudiar en esta ciudad, para hacerse mutua compañía, para ver crecer a su hija, para cuando se necesiten, las dos sepan que pueden confiar la una en la otra y tener una relación de amigas. Carolina quiere mucho a su mamá, y por ella tomaría esta decisión que, pueda que la atormente al no saber qué sería mejor para ella, si seguir con su vida en Cali como la ha tenido hasta ahora ó si llegar a Pasto, a una ciudad “nueva” para ella, a compartir nuevas experiencias al lado de su madre.